Con un sólido basamento, construyamos un partido auténticamente proletario
En Colombia a diario escuchamos el clamor de los campesinos condenados a la quiebra, propiciada por la apertura, las privatizaciones y los TLC. En paralelo a los problemas del campesinado, la clase obrera, los productores y el pueblo, el continuismo convoca a las elecciones al Congreso y a la Presidencia de la República de comienzos del 2022, mientras prepara la reforma tributaria que aumenta los aportes de las clases populares mediante el IVA y favorece los intereses de los poderosos a quienes entrega con motivos de la pandemia recursos del estado, adelantando alianzas estratégicas, priorizando la privatización de la salud y el negocio de las farmacéuticas, impulsando el fracking en la industria petrolera, la aspersión de glifosato reprobada a nivel internacional, invadiendo las zonas de conservación forestal y apoderándose de cuanta riqueza puedan apropiarse y de contera fortaleciendo la armada. Las denuncias y protestas obreras y sociales crecen, muy a pesar de la represión oficial con aumento progresivo de víctimas y acompasada con la progresión de la delincuencia alcahueteada desde el establecimiento.
En la tensión de fuerzas entre oprimidos y opresores, constatamos que la táctica electoral del oportunismo consiste en la “defensa del estado social de derecho”, la aplicación de “la independencia de poderes”, y garantizar la vigencia de la producción capitalista por encima de cualquier otro modo de producción, en aras de congraciarse y ganar la confianza de los supuestos sectores menos recalcitrantes de las clases dominantes. Para ellos, –Un programa de campaña revolucionario que exponga de manera clara la defensa de la nación y los intereses de los obreros, los campesinos y del pueblo espanta a los posibles aliados–.
Los dos connotados representantes de la izquierda colombiana, Gustavo Petro y Jorge Enrique Robledo, ambos encarnan hoy en día el oportunismo de derecha de la actual izquierda. Petro, desciende del infantilismo de izquierda del M-19; Robledo, tuvo la fortuna de pertenecer al partido Obrero Independiente y Revolucionario MOIR dirigido por Francisco Mosquera, movimiento que el grupo robledista rebajó a lo más vulgar del revisionismo contemporáneo, “Dignidad”. Reniegan de su pasado y se zambullen en la fosa pestilente del cretinismo parlamentario en aras de ganarse la confianza de los sectores “menos retardatarios de las clases dominantes”. Plantean “La Coalición Por La Esperanza”, y “El Pacto Histórico”, propuestas ambas de capitulación entre oprimidos y opresores, echando por la borda la lucha de clases a la que tanto le teme el imperialismo y la oligarquía. Avistamos a estos dos representantes de la “centro izquierda”, facilitando en segunda vuelta el triunfo de uno de los candidatos que presente la oligarquía vendepatria, escogidos de su propio arsenal o de sus aliados emergentes.
En el escenario internacional, la oligarquía pretende mostrar la crisis de Venezuela como única, cuando a ciencia cierta la quiebra es generalizada en Latinoamérica, "los buitres” imperiales, especialmente los del norte quebraron a Argentina, postraron a Honduras en la pobreza y la violencia; desangraron a México y a Colombia, engendrando una larga cola de inmigrantes suplicantes ante norteamérica, otrora el sueño dorado de los desplazados, potencia que hoy cuenta con mendicidad no sólamente en Nueva Orleans, California y otros lugares sino crisis recurrentes (1997, 2007, 2017) y ahora la del coronavirus. Hoy la lucha no es por los derechos humanos (individuales) de la revolución burguesa, sino la de los derechos sociales a la educación, la salud, los servicios públicos, el bienestar y la cultura; la igualdad de la mujer y el hombre propiciados por el socialismo.
En Asia oriental ha trascendido el caso publicitado en los medios de prensa sobre Bangladesh, dando a conocer la fábrica que se incendió y por tal motivo destapara la superexplotación de los trabajadores, de manera tan cruda y cruel como las grandes multinacionales de los textiles y del calzado mantenían a sus trabajadores en condiciones tan lamentables y miserables practicadas por medio de la subcontratación de las maquilas y en otros casos, en los del trabajo de las plataformas virtuales y el teletrabajo, practicados en tantas partes del planeta.
La situación económica del mundo es muy crítica. Con la pandemia se incrementaron las dificultades sociales y económicas, reflejadas en las desigualdades, las carencias de trabajo, el pago con mayor retención de plusvalías por parte de los grandes monopolios y oligopolios, la destrucción de las economías nacionales y del propio planeta, el despojo de los campesinos de sus tierras y de sus medios de vida, y en el vórtice el surgimiento de fuerzas oficiales ofreciendo prebendas a manera de subsidios (renta básica) y por la otra intimidando y violentando a la población, cuando en definitiva, pelan rodilla los gobernantes bajo los intereses de las grandes potencias, sea China, Rusia o el debilitado Estados Unidos.
Con la presencia del coronavirus las fuerzas democráticas y revolucionarias asumimos la posición de persistir en unificar los sistemas de salud en uno sólo en manos del Estado, que de manera mancomunada atienda la emergencia, pero tal como están las fuerzas, los grandes conglomerados industriales, rentistas de la tierra y los potenciados financieros manipulan a su antojo para recoger las mayores y mejores ganancias y rentas sin importarles los contribuyentes a quienes esquilman y convierten en consumidores a favor de su avaricia. Numerosos científicos e investigadores han pretendido aportar para ayudar en la crisis que los gobernantes no pudieron evitar, sino quienes son los causantes por impedir que la ciencia y las formas más avanzadas estén al frente de la prevención y del manejo de los intereses ciudadanos, no sólo en asuntos de salud, sino en educación, formas de trabajo, servicios públicos, reparto de beneficios sociales y cultura solidaria, ambiental y creativa.
La clase obrera y el pueblo dentro de las dificultades han estado pugnando por aglutinar experiencias y fuerzas que no sólo contrarresten la situación de crisis, sino organizando y fortaleciendo los medios de agrupar a los trabajadores de la ciudad y el campo, a la intelectualidad hacia la construcción del partido de la clase obrera y el frente único que agrupe las clases democráticas y revolucionarias en decididas luchas que permitan detener las políticas del gobierno Duque y la oligarquía nacional e internacional, a la vez que desenmascare a las banderías entreguistas, reformistas y oportunistas, dependientes de las migajas del estado, quienes no deslindan de las formas neoliberales y privatizadoras, acogen programas del FMI, la OCDE, las grandes corporaciones, la banca internacional y las fuerzas reaccionarias.
Seguimos insistiendo, en la creación del partido de la clase obrera; sólo si contamos con una organización de clase que plantee un programa revolucionario que defienda consecuentemente a la nación frente al imperialismo norteamericano y demás capitales imperialistas, que enfrente revolucionariamente en cualquier campo a los enemigos del pueblo, la gran oligarquía intermediaria y el imperialismo, podremos con seguridad construir un frente amplio de unidad de todas las clases que sientan la necesidad de cambiar este país con la dirección de la clase obrera y los campesinos pobres. Solo así construiremos una nación próspera y soberana. Los revolucionarios participamos en elecciones no para crearle ilusiones al pueblo en las instituciones del Estado oligárquico–proimperialista, sino para educar al pueblo y esclarecer su conciencia frente a los enemigos de clase y construir uno nuevo en marcha al socialismo.
El pueblo tendrá que romper con el sometimiento y la dominación de la gran oligarquía intermediaria del capital internacional especialmente del imperialismo norteamericano de igual manera, desenmascarar y deslindar campos con quienes se aventuraron en el terrorismo para despues convivir con los detentadores del poder mediante el pacto social de la constitución privatizadora y neoliberal de 1991 y, de los nuevos capitulacionistas de la Habana coptados por la pacificacion santista.
Los demócratas y revolucionarios estamos interesados en desenmascarar la táctica electoral de la oligarquía y la de sus aliados internacionales, la campaña electoral aunque amarrada a las fuerzas contrarias a los intereses del pueblo, nos permite avanzar en el esclarecimiento de los menesteres de las clases del trabajo y la producción y aproximar los hechos hacia la nueva democracia y el socialismo encausando el poder de las comunas, recordando las experiencias de los revolucionarios de octubre de 1917, hace un poco más de cien años y a quienes los emularon en 1949 en la construcción del campo socialista. Hemos avanzado en la comprensión de los problemas, si derrotamos a los oportunistas y revisionistas logramos potenciar las protestas, la huelga general y conseguir, en el momento propicio, la fuerza para que la mayoría impongamos el poder sobre la minoría vendepatria y especuladora.
Comité por la Reconstrucción del Partido y del Frente Unico
Bogotá, 20 abril 2021
NB:
Recibimos correspondencia de todas las organizaciones y personas interesadas en la unificación de fuerzas y en la conformación de un partido obrero auténticamente revolucionario en Colombia.
Email:
puebloylucha@gmail.com