"Nos conceden
empréstitos con la finalidad de que les preparemos
el terreno para la extracción de nuestras
riquezas"
Francisco Mosquera
Miles de desalojos se preparan
a lo largo de la franja occidental de la ciudad,
sobre el río Bogotá. El motivo: hacer de la zona
un paraíso para las inversiones de capital
extranjero y los especuladores en propiedad
raíz. Lo cual exige convertirla en un infierno
para los humildes.
El cabildo abierto convocado
por la Asociación de Barrios Subnormales
Ribereños, realizado en Fontibón el 3 de
diciembre, reveló el grado extremo de
acorralamiento al que la administración está
sometiendo a los 400 mil moradores de este
extenso sector de la capital. Con el fin de
contribuir a desenmascarar la estrategia
gubernamental y su origen imperialista, Tribuna
Roja ha elaborado el presente trabajo.
Terreno para la apertura y la
especulación
En la actualidad los monopolios privados y el
gobierno ubican en el occidente varios proyectos
claves: la Zona Franca, los parques industriales
para el ensamblaje (maquilas), y el Plan de
Ordenamiento del Borde Occidental. Para ello han
emprendido grandes obras de infraestructura que
sirvan a esos intereses, tales como la
recuperación del río Bogotá, las avenidas
Longitudinal y Ciudad de Cali, la segunda pista
del aeropuerto El Dorado, las redes de
acueducto, alcantarillado, electrificación,
teléfono y gas, y la recuperación de humedales y
chucuas mencionando sólo los más importantes.
Para sacar adelante semejante
plan se necesita mucha plata. Problema que las
dos últimas administraciones han resuelto
sometiendo a la población a la más perversa
sobrecarga tributaria. Por supuesto, todo lo
anterior se hace a nombre del "progreso" y la
"modernidad".
El río Bogotá cambia de manos
¿Quién habría imaginado hace algunos años a la
serpenteante cloaca que es el río Bogotá
convertida en prioridad dentro de los planes
oficiales? En el pasado todas las campañas sobre
su recuperación no pasaron de ser retórica
ecologista. Pues bien, en julio de 1994, Jaime
Castro, luego de un afanoso trámite licitatorio,
firmó con los consorcios franceses Degremont y
Lyonnaise des Eaux, un contrato de concesión
para descontaminar el río, cuya duración será de
30 años prorrogables. La primera etapa, una
planta de tratamiento en la desembocadura del
río Salitre, tiene un costo de $US326 millones
(más de 300 mil millones de pesos). En
diciembre, cuatro días antes de la culminación
de su período, el alcalde apróbó una adición al
contrato en la que se pignoran en un ciento por
ciento las rentas que el Distrito recauda por el
impuesto predial.
Para 1998 el consorcio se
comprometió a entregar agua descontaminada en
60%, y comenzará a cobrar por metro cúbico una
tarifa que se cargará a las facturas del
alcantarillado. En el 2000, la descontaminación
será de 95%. El río Bogotá, en su tramo entre el
Salitre y el Fucha, será de aguas claras, y las
tierras a su alrededor, las más valorizadas del
país. Con las plantas que se instalarán
sucesivamente en el Fucha y el Tunjuelito, en 17
años se habrá recuperado todo el río, a costa de
los bolsillos del pueblo bogotano. Sólo tienen
un problema. Son las miles de humildes familias
de los barrios que de diferentes formas se han
ido asentando en la ribera. Por esta razón, la
palabrería ecologista, las disposiciones
emanadas del Acuerdo 06 de 1990, y hasta la
prevención de desastres, comienzan a blandirse
ahora como arma para iniciar los despiadados
desalojos.
El MOIR no se opone a que se
descontamine el río Bogotá. No estaremos de
acuerdo jamás es con que esto se haga pisoteando
los derechos del pueblo que habita esa zona y en
beneficio de un puñado de monopolios extranjeros
y nativos. Si hay familias en situación de
verdadero riesgo, que sean reubicadas con la
garantía de que se les mejoren sus condiciones
de vida. También nos oponemos con decisión a la
firma de contratos leoninos que lesionan los
intereses nacionales.
Las vías del saqueo
Los bogotanos nos hemos venido acostumbrando a
escuchar, como justificación a cada nueva
exacción tributaria, la necesidad de superar el
retraso de 15 ó 20 años en la red vial. Se pagan
las contribuciones, y al final nos encontramos
con que las nuevas avenidas que se construyen
son para beneficio de quienes sacan jugosas
utilidades especulando con la vivienda. En la
actualidad se adelantan dos proyectos de grandes
vías que atraviesan el occidente de la ciudad
desde el extremo norte hasta el extremo sur. Se
trata de las avenidas Ciudad de Cali y la
Longitudinal, que en su trayectoria incluye la
avenida Cundinamarca.
Estas obras buscan hacer
expedito el acceso a la Zona Franca desde
cualquiera de las autopistas en los cuatro
puntos cardinales. A la Longitudinal, con un
costo estimado de $252 mil millones, el Plan de
Desarrollo de Samper le asignó la suma de $97
mil millones, y del Plan de Mockus recibirá un
aporte de $60 mil millones. Se estima que $141
mil millones se invertirán en la compra de
predios, revelándose la magnitud de los
desalojos que se avecinan. La construcción se le
entregará al sector privado mediante el sistema
de concesiones. Será una vía rápida de tráfico
pesado.
Para la terminación de la
Avenida Ciudad de Cali, Mockus ha presentado al
Concejo un proyecto de acuerdo que contempla
financiarla, junto con treinta y nueve obras
más, por el sistema de valorización por
beneficio local. Esta avenida y siete obras
complementarias exigirán un recaudo de $132 mil
millones entre los habitantes del occidente, o
sea, el 55 % del total de la valorización que
Mockus pretende cobrarle a la ciudad.
Con estas inversiones también
se quiere beneficiar el desarrollo de programas
de construcción de bodegas para las maquilas en
los parques industriales que varias firmas ya
están vendiendo en áreas cercanas a la Zona
Franca, y planes de vivienda, en lo que se
conoce como el "ordenamiento del borde
occidental", en especial, dos de grandes
dimensiones: Tintal, con 40 mil viviendas, y
otro de 20 mil en Bosa, en el sector llamado
Agrológicas III.
Además de las avenidas
proyectadas para Bogotá, Samper destinó cerca de
un billón de pesos para varias obras que
conforman el Parque Vial de la Sabana, dentro de
las que cabe mencionar la Perimetral, el
fortalecimiento de los accesos Norte, Occidental
y oriental, la carretera a Villavicencio y la
carretera a Puerto Salgar.
La apertura pide pista
Como hemos visto, para los neoliberales los
argumentos de carácter ecológico son válidos
cuando se los utiliza para atropellar al pueblo
con tal de sacar adelante los mezquinos
intereses de los monopolios, pero no lo son,
cuando estos mismos intereses atentan contra la
salud y la seguridad de las personas.
Los aperturistas plantean
convertir a Bogotá en puerto seco de primera
importancia en América Latina, lo cual exige
prepararla para el aumento de su tráfico aéreo.
Por eso se arma tanto revuelo con la necesidad
de construir la segunda pista del aeropuerto El
Dorado, pese a las objeciones de todo orden
esgrimidas en su contra, principalmente por el
daño que la trepidación y el ruido causarían en
la salud y en las viviendas de los habitantes de
los barrios vecinos.
Ningún argumento ha sido
suficiente. El frío cálculo de la rentabilidad
para los inversionistas de la futura Zona Franca
exige la mayor cercanía de ésta con el
aeropuerto. Por eso se han rechazado las
propuestas de su traslado a otro lugar de la
Sabana o a Villavicencio. Con la licencia
otorgada para su construcción, ha quedado al
descubierto el verdadero papel para el que fue
creado el Ministerio del Medio Ambiente.
Todo lo que pidan se les dará
Cuando los gobiernos oligárquicos al servicio
del imperialismo, representados en estos tiempos
de recolonización por personajes como el
profesor Mockus, hablan de grandes cifras para
llevarnos a la "modernidad", se hace ineludible
responder a la pregunta: ¿a quién le sirven?
Cuando se nos dice que el
programa Santafé I construirá una red matriz de
acueducto, cuatro tanques al suroccidente, tres
en Suba, tres estaciones de bombeo y 350 Km de
redes secundarias de distribución a las que se
conectarán 180 mil acometidas; que tenderá un
sistema troncal de alcantarillado con 770 Km de
redes y 200 mil acometidas; cuando se habla de
inversiones por estos conceptos cercanas a los
US$700 millones, se nos quiere también hacer
creer que tanta belleza será para beneficiar al
90% más pobre de la población. Pero es necesario
señalar que, según el acuerdo 05 de 1994, los
empréstitos internacionales serán pagados con
valorización local, lo que agobiará a los
moradores actuales y será uno de los caminos
expeditos para su desalojo.
El Programa Santafé I, la
construcción de dos subestaciones de energía,
una de megavatios para la Zona Franca y de 115
megavatios la otra para los parques
industriales, una red telefónica de fibra
óptica, una red especial de gas natural, más las
vías la segunda pista de El Dorado, y la
recuperación el río Bogotá, de las que ya hemos
hablado, están unidos por un lazo común:
satisfacer las exigencias que pone el capital
extranjero para hacer sus inversiones en la
ciudad.
Al pueblo sí se le reserva hoy
una participación, y muy importante: pagar los
impuestos y las tarifas que cada mandatario
multiplica. Con el agravante de que las obras
realizadas con crédito externo hay que pagarlas
varias veces por cuenta de los elevados réditos,
y debido a la devaluación del peso frente a las
monedas fuertes en las que se contratan los
préstamos.
“Formar ciudad”, ¿para quién?
Cualquier análisis objetivo del Plan de
Desarrollo del profesor Mockus, muestra su afán
obsesivo por abrumar al pueblo con toda clase de
impuestos, e invertirlos en función de la
estrategia imperialista que venimos comentando.
Sus prioridades y
megaproyectos concentran la inversión en la
infraestructura necesaria para la Zona Franca
privada y así colmar de ventajas a los
inversionistas extranjeros y a los pulpos
urbanizadores.
Dentro de las prioridades del
Plan está la "productividad urbana", en la que
figuran las obras arriba mencionadas, cuyo monto
es de un billón 685 mil millones de pesos, y
representa 32.5% de los $5.1 billones, que son
el total de los recursos del Plan de Desarrollo
para los tres años. Si sumamos los $447 mil
millones dedicados a la prioridad del medio
ambiente, cuyas inversiones se localizan casi
todas en la recuperación del río Bogotá,
tendremos que 41% de los recursos serán un
subsidio a las multinacionales y a los
monopolios.
La misma tendencia se observa
en los megaproyectos. Se denominan así porque se
considera que su ejecución no está sujeta a la
vigencia de una administración, o sea, son de
largo plazo. Cuatro de los seis, contienen las
obras que venimos mencionando. Ellos Son el Plan
Integrado de Transporte, la Recuperación del Río
Bogotá, el Desarrollo del Borde Occidental de la
Ciudad y el de Infraestructura Metropolitana
Especial: Santafé I.
El occidente se calienta
En la medida en que se desarrollan los proyectos
para el occidente, va surgiendo el conflicto
ineludible. Abrir cualquier hueco plantea el
desalojo de familias del lugar. Y como se trata
de amplias autopistas, de tender tuberías hasta
de dos metros de diámetro que cruzan la ciudad
de extremo a extremo y, en últimas, de desterrar
a los pobres de la zona, estamos hablando de
miles de familias lanzadas a la total
incertidumbre. Fuera de las que están siendo
forzadas a abandonar la ribera del río y sus
afluentes, las áreas delimitadas como humedales
y chucuas y las cercanías del aeropuerto. Los
pobladores han visto la necesidad de organizarse
y de unirse. No hay alternativa distinta a la de
iniciar la resistencia ciudadana.
El éxito en la brega será el
resultado de la conformación de un amplio frente
que unifique a todos los sectores afectados, sin
exclusiones de ninguna naturaleza. Se necesitará
el concurso de las organizaciones comunales, los
comités cívicos, las organizaciones de los
jóvenes y de las mujeres, las fuerzas políticas,
los comerciantes, los pequeños y medianos
industriales afectados y, en general, el apoyo
solidario de la clase obrera, y de todo el
pueblo capitalino.
El MOIR ha asumido como tarea
principal en los barrios, comprometerse con la
batalla que se anuncia. Nuestros militantes y
cuadros, de todos los frentes, deben contribuir
con su esfuerzo y experiencia a este compromiso
con el pueblo.
*** "Las necesidades de las
gentes son sentidas y lo que están pidiendo no
sólo no lo causaron ellos, sino que lo causó la
ineficiencia estatal... Hay que decirle al señor
Antanas Mockus que los habitantes de los barrios
subnormales no esperan que les lleven zanahorias
para solucionar sus problemas"
Jesús Eduardo Alfonso, presidente de la JAL de
Fontibón
***
"Mi barrio se encuentra en la misma situación.
Quizás va a recibir la mayor afectación, ya que
consta de 1.859 lotes, la mayor parte
construidos, Seremos afectados por el trazado de
la avenida Cundinamarca, por la preservación
ambiental, y por la ronda del río...
No estamos dispuestos a dejarnos sacar de allí y
que tampoco nos vayan a reubicar en otros
sitios, ya que como lo han confirmado los demás
compañeros, ha sido con sacrificios que hemos
adquirido estos terrenos
Luis Alfredo González, presidente de la junta de
Acción Comunal del barrio El Recuerdo de Santafé
Zona 7 de Bosa
*** Trazaron los 30 metros para
dejarlos fuera y meterle servicios al resto del
barrio, dejándonos a 170 familias de la ribera
del río sin los servicios y no somos permitidos
allí. Dora Lilia Nieto, Barrio Luis Carlos Galán
de la ronda del río Juan Jaramillo.
*** Solicitamos a la Empresa de
Acueducto y Alcantarillado reconsiderar la
medida adoptada respecto al desalojo de 38
familias del barrio Las Palmas Norte, quienes
quedarían a la deriva, sin techo para su familia
y sin el único patrimonio que han levantado
durante muchos años de esfuerzo y privaciones.
Samuel Valencia Gómez, Barrio Las Palmas Norte
*** En muchos barrios ya
existíamos cuando dictaron el Acuerdo 6 de 1990,
el cual es muy perjudicial…Las vías que están en
estudio, que son un proyecto hasta ahora, pueden
ser desviadas, un asentamiento humano no. Mery
Isaura de Porras, Barrio Florencia.
Francisco Cabrera
Bogotá, Diciembre de 1995
Publicado en Tribuna Roja, Edición Bogotá.
.