No Concurriremos a la
llamada "Comisión de Paz" (*)
Debido
a que el régimen recién instalado incluyó de
manera inconsulta y caprichosa el nombre de
Marcelo Torres, miembro de la dirección
central del MOIR, en una "Comisión de Paz
Asesora del Gobierno Nacional", aclaramos
públicamente que no hemos buscado participar
ni pretendemos asistir a éste ni a ninguno
de los tantos organismos del manido pacto
social entre gobernantes y gobernados. No
nos halaga en verdad la dudosa prerrogativa
de asesorar una administración que en mes y
medio escaso de existencia acumula sólo
pruebas de alocada demagogia para resolver
los graves e ingentes problemas nacionales y
que, de subsistir, será una edición en
rústica de los antiguos mandatos
oligárquicos.
El
MOIR no ha impetrado la paz, entre otras
cosas, porque no ha declarado la guerra.
Desde la época del asesinato de Gaitán y de
La Violencia no ha habido en Colombia
condiciones para que las fuerzas populares
se embarquen en empresas insurreccionales
que, como el heroico intento de Camilo
Torres y de otros muchos abnegados
combatientes de los últimos veinte años, han
significado serios tropiezos en el avance
político y organizativo de las grandes masas
de obreros y de campesinos. Son problemas de
la táctica de cuya acertada solución depende
la libertad de los oprimidos y la
prosperidad de Colombia. Nos encontramos
todavía en un período caracterizado por la
fiebre reformista, hoy llevada al paroxismo
con el advenimiento de Belisario Betancur.
Los auténticos partidos revolucionarios, en
lugar de coadyuvar a tales ilusiones, o de
desesperarse por
el
reflujo, han de rebatir las imposturas de la
reacción y aumentar pacientemente sus
efectivos, confiados en que la crisis
económica, ocasionada por el saqueo de los
monopolios externos e internos, seguirá
ahondándose irremediablemente y permitirá
los factores políticos indispensables para
la victoria de las mayorías vilipendiadas y
engañadas. Desde luego, estos temas no
constituyen materia de asesorías oficiales.
El
MOIR tampoco ha recurrido al secuestro ni a
ningún tipo de disparate terrorista, en
procura de fondos para financiarse o tras
determinadas finalidades publicitarias.
Creemos que semejantes procedimientos
proporcionan pretextos a granel a los
aparatos represivos que no desaprovechan
oportunidad para proceder contra el pueblo;
y el pueblo no puede menos que mirar con
recelo hazañas que se confunden a menudo con
los lances protagonizados por la
delincuencia tan común y corriente en
nuestro medio. En general, para todas y cada
una de las labores políticas nos atenemos a
los métodos elaborados por Marx y Engels
hace más de un siglo, que parten del
principio de que la emancipación del
proletariado es obra de la clase obrera
misma, que se gana el apoyo del resto de los
sectores sojuzgados de la sociedad, y no de
las proezas aisladas de unos cuantos
insurgentes.
Respecto
a las conquistas democráticas y las
reivindicaciones económicas sumamos nuestros
esfuerzos a los de quienes combaten por los
derechos fundamentales y las mejoras en los
medios de vida y de trabajo de las masas
laboriosas. Respaldamos las justas
exigencias por la excarcelación
incondicional de los presos políticos y por
el cese inmediato de los asesinatos y la
tortura de los guerrilleros y demás
luchadores que han caído en manos del
régimen. Nuestro Partido también ha sido
víctima no pocas veces de la barbarie
institucionalizada, la que continúa a pesar
del levantamiento del estado de sitio y de
las lágrimas de cocodrilo del señor
presidente.
En
cuanto a la amnistía la consideramos una
negociación entre el gobierno y las
agrupaciones alzadas en armas, en la cual no
nos compete intervenir. Nosotros simplemente
esperamos, primero, que a la postre salgan
favorecidos unos métodos y una táctica
revolucionarios y correctos, y, segundo, que
en ningún momento dicha gestión sirva para
ocultar aún más la índole antinacional y
antipopular de los nuevos administradores de
la vetusta república.