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Diez Pautas sobre Cooperativas Campesinas

En las zonas de colonización de casi todos los departamentos del país, por lo general regiones aisladas donde prima el esfuerzo humano en las faenas agropecuarias, el problema del mercadeo de la producción campesina es una de las mayores trabas para el mejoramiento del nivel de vida de sus habitantes. A los agricultores, en muchas ocasiones, les resulta prácticamente imposible llevar sus cosechas a los centros de consumo, y si logran hacerlo terminan atrapados en una red de intermediarios que se queda con el monto principal de las ganancias, cuando no con todas ellas. Resolver de manera acertada la cuestión del mercadeo, por lo tanto, contribuirá a desarrollar la producción y aliviar las condiciones de pobreza en que se debaten cientos de miles de labriegos.

De ahí que las ligas campesinas, que han venido creciendo a un ritmo sorprendente en estas zonas de colonización, se hayan concentrado desde hace algunos años en la tarea de crear y promover cooperativas. Tales organizaciones de masas, apoyándose en sus propios esfuerzos y preservando a toda costa su independencia frente al gobierno y los dos partidos tradicionales, han alcanzado éxitos notables en varias regiones del país. Sin embargo, por distintas circunstancias ha sido particularmente en el sur de Bolívar donde han prendido con mayor fuerza y han dejado las más ricas experiencias. El campesinado de numerosas veredas apartadas del departamento ha comprendido la importancia de asociarse para vender lo que produce, y las ligas han comprobado en los hechos que el mercadeo es una labor imprescindible para aumentar la producción de los agricultores y mejorar así las bases materiales y espirituales de su lucha revolucionaria.

A finales del año pasado, la Unión Campesina Independiente de Bolívar (UCIB), que agrupa a 19 ligas de los municipios de El Carmen, Magangué, Achí, Pinillos, San Martín de Loba, Morales y San Pablo, efectuó en Montecristo, corregimiento de Achí, un encuentro departamental para resumir las experiencias de más de un centenar de dirigentes campesinos en varios frentes de trabajo, pero especialmente en el de las cooperativas. La reunión dio pruebas irrefutables de que el mercadeo organizado por los propios agricultores puede llegar incluso hasta las grandes ciudades y arrojar resultados positivos, si se realiza como debe ser, y demostró que en mayor o menor medida todas las delegaciones se han preocupado por construir cooperativas y han conseguido avances de consideración en este campo. Una de ellas ha logrado la hazaña de sextuplicar el área sembrada de arroz de una vereda en un solo año. Y aunque todavía están lejos de solucionar los ingentes problemas económicos de los colonos, el camino que han emprendido es digno de tenerse en cuenta y de aplicarse a las condiciones concretas de otros departamentos. Por este motivo, Tribuna Roja ha considerado conveniente hacer un resumen de las diez conclusiones principales del encuentro en relación con las cooperativas, conclusiones que fueron publicadas por el órgano informativo de la UCIB, Renacer Campesino, en abril de 1984.

1. Las cooperativas no deben repartir las utilidades entre los socios, como se ha venido haciendo en muchos casos, sino explicar a los campesinos que el principal beneficio que obtienen con el mercadeo es el que resulta de vender las cosechas a mejor precio y de adquirir las mercancías de consumo más baratas. Si las utilidades se reparten la organización no podrá capitalizar, ni crecer, ni conseguir los medios de transporte, de acopio y de distribución que requiere para cumplir sus funciones.

2. Las cooperativas deben procurar tener funcionarios especializados, lo que equivale a decir remunerados, en cada una de las ramas de esta actividad: transporte, mercadeo, finanzas, contabilidad, cte. El logro de este objetivo depende de los recursos y del crecimiento de cada cooperativa, naturalmente, pero a él hay que aspirar de todas maneras.

3. Las cooperativas tienen que estudiar qué productos son aptos para el mercadeo y cuáles no. La experiencia enseña que existen cultivos que no dan garantías o que no se pueden vender rentablemente, ya sea porque la competencia dificulta su comercialización, porque están restringidos a causa del control oficial o por otras razones. Para determinar el producto principal del mercadeo es necesario realizar un análisis minucioso de las condiciones y no actuar movidos por juicios subjetivos o simples sentimientos. El meollo de la cuestión, en estos casos, reside en que las cooperativas prosperen.

4. Las cooperativas deben ocuparse tanto del mercadeo como del consumo. Ambos factores están indisolublemente unidos. Desde mucho antes de que sus productos salgan al mercado, los campesinos necesitan proveerse de artículos indispensables y en la mayoría de los Casos los requieren fiados. Por lo general, los comerciantes les dan crédito y por este medio los explotan, propocionándoles muy caras las mercancías de consumo y obligándolos a empeñar a bajos precios la siguiente cosecha. Las cooperativas han de atender este problema porque de lo contrario no será posible que los agricultores se liberen del control de intermediarios y usureros, que en no pocas ocasiones son al mismo tiempo los gamonales políticos de la localidad. Por otra parte, para que sea rentable el transporte de la producción campesina a los centros urbanos, es conveniente que haya carga no sólo de ida sino de venida.

5. Las cooperativas deben dominar y saber utilizar las leyes y mecanismos de la actividad comercial; aprender a trabajar con números y hablar de economía; perderle el miedo a operar con dinero, aprovechar el crédito, hacer cálculos minuciosos y familiarizarse con todos los tejemanejes del mercado. La diferencia con los comerciantes está en que ellos utilizan estos instrumentos para oprimir a los labriegos, mientras que las cooperativas los aplican en beneficio de la comunidad y del desarrollo de la producción.

6. Las cooperativas no pueden lanzarse a una temeraria competencia de precios. El propósito de abaratar los artículos de consumo y combatir la especulación, que de manera inevitable provoca enfrentamientos con los intermediarios, hay que llevarlo a cabo en el entendimiento de que el poder económico de las cooperativas es por ahora demasiado precario para sostener una guerra de precios prolongada. En cuanto a la necesidad de adelantar una política de frente unido con los comerciantes, el encuentro reiteró que ésta no debe emprenderse a costa del bienestar de los campesinos ni de la existencia de sus organizaciones. Otros factores, y fundamentalmente la opresión económica y política del régimen, facilitan el acuerdo con ellos.

7. Las cooperativas tienen que asumir las pérdidas y las ganancias del mercadeo que realicen. Debido a las distancias y a las fluctuaciones propias de la actividad comercial, es frecuente que los precios a los cuales compran o venden a los campesinos difieran de los precios a los cuales compran o venden en los centros de consumo. En esto suelen influir, por ejemplo, los costos del transporte, que en determinados momentos pueden ser decisivos para la obtención de pérdida! o ganancias. Ambas eventualidades, en todo caso, son responsabilidad de las cooperativas, y no de los socios en particular.

8. Las cooperativas deben buscar en sus operaciones comerciales regularidad y volumen. La primera para no perder los clientes que compran las cosechas de los agricultores y asegurar el abastecimiento y el crédito, y el segundo para conseguir rentabilidad en los negocios. Muchas transacciones, en efecto, dan un margen reducido de utilidades por unidad, y hay productos que sólo se pueden comerciar con beneficio en cantidades apreciables.

9. Todos los dirigentes y socios de las cooperativas deben concentrar sus esfuerzos en la tarea de crear una cadena de organizaciones que resuelva todos los eslabones de la comercialización, desde el transporte hasta el empaque, almacenamiento, financiación y distribución de los productos campesinos. A esta empresa de elevar las condiciones de vida de los agricultores a través del mercadeo, que se ha convertido en el trabajo más importante de las ligas en las regiones aisladas y atrasadas del país, hay que dedicarle toda la consagración que sea necesaria.

10. Las cooperativas reunidas en el encuentro de Montecristo, finalmente, se comprometieron a constituir una escuela campesina orientada a formar dirigentes agrarios de ésta y otras zonas de Colombia, aprovechando la experiencia y los recursos de las organizaciones de la UCIB.

Publicado en Tribuna Roja, Nº. 49, septiembre de 1984.