Ante
la crisis y la
pandemia,
potenciar la
lucha
La
pandemia del
coronavirus mostró
la radiografía de la
sociedad en el mundo
de hoy.
Con
el consenso de
Washington en 1989
Estados Unidos da
inicio al modelo
neoliberal, una
nueva forma de
dominación
imperialista
impuesta a través
del FMI y el BM para
enfrentar la
competencia de
Europa y Asia
Oriental,
aprovechando la
crisis de Rusia por
la implosión de la
URSS para afianzar
su dominio, ajustar
e implementar una
serie de medidas
económicas y
financieras para el
mundo principalmente
para los países bajo
su dominación en
América y
adicionalmente,
respirar mas
tranquilo
militarmente.
El
neoliberalismo en
Colombia impuso a
rajatabla la
concentración de los
monopolios, con las
extravagancias del
sistema financiero,
mediante sus
recortes a los
trabajadores y al
pueblo para pasar
las ganancias a los
grandes potentados.
Con la constitución
del 91 como marco
jurídico, la salud,
la educación, los
servicios públicos,
comunicaciones, el
bienestar, el
arte y
la cultura fueron
convertidos en
negocios por las
aseguradoras e
intermediarios
privados. Los
derechos
fundamentales de las
personas quedaron
regidos por el
derecho privado
condenando a la
población a las
carencias en la
prevención, la
investigación, el
acceso a la ciencia
y a la tecnología, a
los servicios
básicos de agua, a
los alimentos, los
nutrientes y a la
seguridad social;
saqueando las
materias primas,
transportando
mercancías y
turistas de un lado
al otro del planeta
sin ver las
consecuencias por la
destrucción de la
naturaleza, las
economías nacionales
y regionales, las
culturas y las
costumbres. El
sistema capitalista
no hizo las
previsiones, y nunca
le interesó
evitar una nueva
pandemia en el mundo
después de la gripa
española de 1918 al
final de la primera
guerra mundial y los
albores de la
revolución
Bolchevique de
Rusia, ni tampoco
ahora último con el
sars (2003), la
influenza H1N1
(1909-1910), el
ébola (2014), y
otras endemias; al
contrario, exacerbó
la crisis. El Estado
se descargó de la
responsabilidad
social y colocó el
sistema de
protección y
seguridad social en
manos de privados y
del capital
financiero. La
sociedad y la
naturaleza estaban
arrasadas por la
explotación
desmedida,
ocasionando
súbitamente el paro
generalizado de
todas las
actividades humanas
en el planeta al
surgir la pandemia.
El modelo
capitalista con la
forma neoliberal de
explotación llevó al
mundo al precipicio.
Hoy, la humanidad en
todos los rincones
del planeta sufre de
la carencia en sus
necesidades básicas
de subsistencia.
El
capitalismo en su
fase decadente
encontró un
paliativo a su
estado terminal;
reestructuró la ley
y los andamiajes
constitucionales
para convertir todo
en negocio y
legalizar capitales
sin importar su
procedencia con tal
que fluyera el
circulante, se
desprendió por
completo de
cualquier vestigio
de recato y de
moral, todo le es
permitido, menos la
insubordinación y la
protesta de los que
se atreven a luchar
por sus verdaderos
derechos de clase.
En suma, hasta la
política, el
deporte, el arte y
la cultura se
convirtieron en
nichos de negocio e
inversión de todo
tipo de capitales
vengan de donde
vinieran.
Privatizaron lo
público,
supuestamente para
acabar la
corrupción, y la
mentada corrupción
se afianzó como
nunca en todas las
actividades del
Estado "social de
derecho", en este
caso, invocado en la
constitución
neoliberal del 91.
Como por arte de
magia la gente se
convirtió en
máquinas de consumo.
La importaciones de
los alimentos y
productos básicos de
la seguridad
alimentaria, y el
comercio de
mercancías y
baratijas
extranjeras aplastó
la economía nacional
arrastrando a la
ruina a productores
nacionales y a la
depauperación de los
trabajadores y
amplios sectores de
la población. La
economía la sostenía
el contrabando, la
minería y los
negocios ilícitos.
Autos, motos,
celulares,
baratijas, modas,
planes turisticos,
viaje hoy y pague
mañana, todos
contentos; fluía el
circulante -no
importa cómo-, nadie
creía ni pensaba en
los males venideros
inherentes a la
destrucción. La
pandemia destapó la
realidad del país y
del mundo.
La
crisis actual
generada por el
virus será
trasladada por el
imperialismo
norteamericano
a sus colonias en
América, -ya se
llevaron el telar,
ahora vienen por la
tejedora-, expresaba
Francisco Mosquera
en 1988 (1), tres
años antes de la
componenda
constitucional
neoliberal, entre el
gobierno y los
insurrectos.
El
año pasado Colombia
enfrentaba protestas
generalizadas en el
Paro Nacional
prolongado por la
lucha estudiantil en
defensa de la
educación pública.
En Chile la rebeldía
popular presiona los
cambios
constitucionales. En
Francia los chalecos
amarillos y
posteriormente los
obreros y las
provincias rechazan
las desmejoras
pensionales,
laborales y el alza
de los combustibles.
Los
pueblos desplazados
en América,
presionaban en la
frontera con Estados
Unidos; en Europa
gentes migrantes por
las guerras del
medio oriente y el
norte de Africa
tensionaban las
fronteras del sur de
Europa,
especialmente en la
frontera de Turquía
buscando medios de
vida en el centro de
la Comunidad
Europea.
Hoy,
desde la
derecha y la
izquierda lanzan,
entonces, propuestas
de soluciones para
cambiar las cosas;
pero, sin romper el
marco legitimado de
la explotación y la
opresión. Amarran
los cambios al
continuismo. El
capitalismo de por
sí, no pudo destruir
todas las formas
feudales, así como
el medioevo tampoco
rompió todas las
formas esclavistas.
Entonces, ahora nos
proponen “pactos
sociales”,
pluralismo,
“sistemas híbridos”.
Aquí en Colombia,
hace poco, se habló
de “equilibrios de
poderes” para
continuar con la
defensa de la
constitución
neoliberal de 1991,
concesiones que no
tienen asidero,
perdieron su
vigencia hace más de
200 años y el
capitalismo
sentenció su final
al entrar a su etapa
monopolista. Entra
en el dilema, de
convertirse en un
ave de rapiña o
desaparecer. Ya por
aquellos tiempos el
marxismo iluminaba
el mundo, orientando
a los obreros por la
toma y destrucción
del estado
capitalista y sobre
sus ruinas la construcción del
estado socialista,
inaugurado en el
mundo después del
intento de la comuna
de París, por Lenin
en Rusia con la
revolución
bolchevique de
octubre de 1917. La
clase obrera dio
inicio a una nueva
época, la revolución
socialista mundial
dejando en el pasado
el marco de la
revolución burguesa
de 1789, defensora
del humanismo
individualista. Con
la revolución
socialista vino la
entrega de la tierra
a los campesinos y
las fábricas a los
obreros bajo el
control del estado
socialista, la
garantía de contar
con los servicios
públicos por cuenta
del socialismo de
manera gratuita a
cambio de que todo
ciudadano en
capacidad de laborar
aportara trabajo
productivo. LLegando
al caso, de China
Popular que cambió
el sistema
cooperativista del
capitalismo por las
Comunas Populares,
todo en el marco de
la conquista de los
derechos sociales,
superando el
individualismo, el
humanismo y la
componenda entre el
interés público y el
privado, donde, las corporaciones y el
sistema financiero
recogen las
ganancias en tiempos
de bonanza y
distribuyen las
pérdidas en tiempos
de crisis; como es
el caso de este
virus globalizado
por el gran capital.
El socialismo, dió
muestras de cómo
superar la
descomposición y la
corrupción
gigantesca, que el
sistema financiero
mundial y las
corporaciones de los
grandes ricachos
mantienen a
varapalo, utilizando
toda clase de
presiones. La
economía socialista
transforma
revolucionariamente
la economía de
mercado y de máxima
ganancia del
capitalismo a una
producción
planificada acorde a
las necesidades de
la sociedad.
Desafortunamente
para el mundo las
poderosas economías
socialistas
construidas bajo la
dictadura del
proletariado
sufrieron graves
reveses por la
traición del
oportunismo de
derecha y el
revisionismo
camuflados al
interior de los
partidos comunistas
y los estados socialistas y,
amamantados desde
afuera por la
reacción
internacional. Estas
potencias económicas
socialistas pasaron
a formar parte del
bando imperialista,
avocándonos a una
tercera guerra
mundial o a hacer la
revolución. La
lucha por las
reformas
democráticas tienen
que estar
supeditadas a la
lucha política. La
clase obrera no
puede enconcharse en
los sindicatos y
mirar solamente sus
reivindicaciones
económicas, tiene
que romper con la
tendencia reformista
y apuntar su lucha a
la conquista del
poder para el
proletariado, el
socialismo; y, tras
de sí aglutinar a
las demás clases
revolucionarias para
hacerse acompañar en
esta gesta
histórica, como es
la de destruir la
máquina estatal
capitalista y
construir un estado
que acabe con la
propiedad privada
sobre los medios de
producción y
construya el
socialismo.
Ahora
la experiencia
resumida por la
historia nos
advierte que el
socialismo es una
etapa de transición
entre el capitalismo
y el comunismo y que
abarca un trecho
largo donde
prevalece la lucha
de clases y una
lucha constante
entre las fuerzas
triunfantes del
proletariado y las
fuerzas capitalistas
moribundas, y, en
definitiva, no tener
que repetir la
involución histórica
que padecieron la
URSS y la China
socialistas. En la
comuna de París Marx
advirtió,, "la
clase obrera no
puede simplemente
tomar posesión de la
máquina estatal y
utilizarla para sus
propios fines...
Tiene que destruirla
y sobre sus ruinas
construir el Estado
obrero". El
aprendizaje está en
advertir, el peligro
que representa para
la revolución los
oportunistas y los
revisionistas que
sabrán mantenerse
agazapados y al
acecho para evitar
que culminen a favor
del proletariado y
del pueblo las
diferentes tareas
determinantes de la
lucha de
clases.
En
conclusión,
requerimos de hacer
un balance de la
sociedad actual, de
la historia, de esta
crisis y de otras
significativas que
nos permita
comprender el qué
hacer en este
momento. Esta crisis
debe fortalecer la
idea transformadora,
necesitamos del
partido obrero, que
dirija el proceso,
acompañado con el
frente único que
consiga la fuerza
suficiente para
hacer el cambio
auténtico y
conquistar el poder
pleno para los
trabajadores y el
pueblo;
desenmascarar el
revisionismo y el
oportunismo para
poder avanzar en la
construcción del
partido de la clase
obrera y, así mismo
en la realización de
las tareas que
corresponden a la
revolución
colombiana. En el
marco mundial,
superando no sólo la
actual crisis, sino
remediando el mal
del cual la
humanidad no ha
podido desprenderse,
"la explotación y la
opresión de unos
sobre otros".¡¡ Por
la construcción del
partido de la clase
obrera en Colombia
....
Adelante!!¡¡Contra
el imperialismo
norteamericano y la
oligarquía
colombiana ...
Resistencia
civil!!¡¡
Combatir
el revisionismo y el
oportunismo con el
estudio concienzudo
del marxismo,
leninismo,
pensamiento Mao Tse
Tung, y las obras de
Francisco Mosquera
en Colombia!!
Nota:(1) La nación
se salva si corrige
sus errores.
Artículo, febrero 2
de 1988, pág.
385. Resistencia
Civil, Francisco
Mosquera. Libro
publicado en 1995 y
editado por Tribuna
Roja en Editorial
Presencia.
Comité por La
Reconstrucción del
Partido y del Frente
Unico
Bogotá,
7 Mayo 2020